Están sentadas en cuclillas en el patio.
Las cabezas se juntan casi chocándose entre sí.
Las rodillas con marcas de curitas, raspones y algún moretón delatan la corta edad de las protagonistas.
Están absortas, en su mundo.
Entre ellas, en el suelo, está el motivo de tanta atención.
Dos escarabajos negros brillantes pelean por un pedazo de galletita.
Empujan uno y otro intentando hacerse del trofeo.
Una de las espectadoras se comienza a angustiar.
Las cabezas se juntan casi chocándose entre sí.
Las rodillas con marcas de curitas, raspones y algún moretón delatan la corta edad de las protagonistas.
Están absortas, en su mundo.
Entre ellas, en el suelo, está el motivo de tanta atención.
Dos escarabajos negros brillantes pelean por un pedazo de galletita.
Empujan uno y otro intentando hacerse del trofeo.
Una de las espectadoras se comienza a angustiar.
Opina que lo mejor es darles otro pedacito de manon para que no peleen.
La otra testigo quiere pelea. Termina ganando la opción pacífica.
Dejan pasar unos segundos y comienzan a inquietarse.
Dejan pasar unos segundos y comienzan a inquietarse.
Los contrincantes no se percatan de la acción pacificadora emprendida por las niñas.
La más chica agarra un palito finito para intentar separarlos.
La más chica agarra un palito finito para intentar separarlos.
Los empuja hacia afuera del ring improvisado.
La más grande se impacienta y toma entre sus dedos a unos de los escarabajos, que queda en posición boca arriba.
Se detiene unos segundos observando las patitas del insecto moverse desesperadamente buscando un apoyo que no encuentra.
Satisfecha a medias en la curiosidad que le generó la anatomía del escarabajo peleón, lo coloca en la baldosa que le han reasignado, con el pedazo de galletita correspondiente .
El escarabajo, una vez depositado en el piso, en acto reflejo sale disparado hacia el límite entre las baldosas y el césped, desapareciendo de sus vistas rápidamente.
El otro insecto, al no encontrar resistencia, deja de interesarle el pedazo de galletita y comienza a enfilar hacia el pasto.
La más grande se impacienta y toma entre sus dedos a unos de los escarabajos, que queda en posición boca arriba.
Se detiene unos segundos observando las patitas del insecto moverse desesperadamente buscando un apoyo que no encuentra.
Satisfecha a medias en la curiosidad que le generó la anatomía del escarabajo peleón, lo coloca en la baldosa que le han reasignado, con el pedazo de galletita correspondiente .
El escarabajo, una vez depositado en el piso, en acto reflejo sale disparado hacia el límite entre las baldosas y el césped, desapareciendo de sus vistas rápidamente.
El otro insecto, al no encontrar resistencia, deja de interesarle el pedazo de galletita y comienza a enfilar hacia el pasto.
Mientras, las hormigas, hacen suyo el espacio abandonado convirtiendo el pedazo de manon en una deforme mancha negra sobre el piso.