lunes, 29 de junio de 2009

Los collares


Matilda está por unos días en la casa de sus abuelos.
Lo más divertido de estar ahí, es que siempre hay un tío , tía, primo o prima de visita.
En el almuerzo, primero sirven un tazón de caldo.
Su abuelo le pone tanto queso rallado, que el líquido es blanco y espeso.
A ella le divierte que nadie lo reta por la cantidad de queso que agrega al caldo.
A la mañana, apenas abre un ojo, al lado de la cama encuentra el jugo de naranja que le dejó su abuelo.
El se levanta temprano para ir a la feria.
Antes de salir, exprime jugo de naranja y deja un vaso de plástico, de esos de yogurth, al lado de cada cama.
Ese jugo con mucha pulpa, alguna semilla y un tanto ácido, es el más rico que jamás haya tomado.
El cuarto de sus abuelos está vedado.
A veces Nenucha la deja entrar y charlan sentadas en su cama.
Le cuenta historias de cuando era chica, de su papá y sus tíos, del campo, del abuelo, de sus viajes.
Nenucha siempre tiene una historia para contar.
Empieza a hablar y no se detiene a tomar aire hasta que la voz es sólo un hilo finito.
A veces le deja a Matilda ordenar las cajas llenas de collares y pulseras.
Nenucha tiene una sonrisa hermosa, que precede a la carcajada fácil que posee.
Sus labios siempre tienen rouge.
Las uñas limadas en punta, en general coral, rosa o rojo.
Tiene los anillos más hermosos que matilda nunca haya visto.
Mientras su abuela prepara el almuerzo, Matilda se entretiene poniendo la mesa.
Cuando su abuelo llega, viene con alguna sorpresita para Matilda y unas flores para Nenucha.

viernes, 26 de junio de 2009

Despedida

Jacko nos dejó, y con él se va toda una época que para mi comienza con los asaltos en primaria bailándolo; viendo “feliz domingo” y la prenda donde copiaban el video de trhiller.
Todo el día escuché y leí sobre sus deudas, sus exentricidades, sus locuras, sus problemas.
La verdad que anduve buscando lo que a mí me generaba.
Nunca fue lo suficientemente masculino para terminar de atraparme.
Enamorada de Elvis desde los seis años, era demasiado andrógino para mis doce años.
Pero no hay canción de él que no me conecte instantáneamente con un momento de mi historia.
Hoy a la noche estuve viendo un recital de” dangerous”en Bucarest.
Uno de sus mejores show.
Me quedo con eso, con esa imagen.
Ahora, puedo ir a dormir con una sonrisa en el alma sintiendo que le rendí el homenaje que se merece.
Reverenciando su magia, su música, su arte.






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jueves, 25 de junio de 2009

chicle jirafa


Hoy está la Divina de visita en la casa de Matilda. Juntas van a comprar unas galletitas para la hora de tomar la leche.
Recorren las dos cuadras hasta la galería comercial.
La galletitería es un negocio pequeño, atestado de cajas de lata con un redondel de plástico transparente en su frente.
Matilda adora ir a ese negocio. Siempre hay demasiada gente para el pequeño espacio.
La dueña se pone una bolsa en la mano a modo de guante, y va buscando las cajas, segun el deseo del cliente.
Con una chapa de unos diez centrímetros retira la tapa de la caja.
Empieza a llenar una bolsa con la mercancía, y la va pesando en esa balanza blanca y negra.
Casi está en el exacto peso, una vez puesta la bolsa en la balanza.
Su abuela pide un cuarto de triangulitos de hojaldre, de esos que tienen azúcar quemada arriba.
Matilda la trata de convencer de comprar merengadas pero terminan negociando un chicle jirafa. En su casa tiene prohibido comer chicles.
Salen del negocio y mientras su abuela hace unas compras en la verdulería y la panadería, Matilda va engullendo todo el chicle jirafa, hasta que la bola es tan grande que, practicamente, no puede cerrar su boca.
Cuando vuelven, matilda se desprende del chicle en la vereda.
En el ascensor le sonríe a su abuela.
En su boca todavía siente el gusto a chicle.
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lunes, 22 de junio de 2009

Marcha de la bronca

En detalle: "Círculos Japoneses V" (2008) 1,00 x 0,90 m.

Mis tíos están de tour europeo, y hacen una curva elíptica en el recorrido, sólo para vernos unos días.
Es impresionantes esto de los lazos familiares.
Cuando tenía unos diez años, en un viaje que hicieron mis padres, estuve alojada en el departamento de ellos.
Estaban recién casados, y esperaban a su primer hijo.
De esos días de sobrina única recuerdo que me dejaban manejar el pasacassette.
Pedro y pablo y su marcha de la bronca me acompañan mientras recuerdo.
Todas las noches mi tío volvía del negocio y le traía a ella un chocolate shot con mani, lo mejor es que yo ligaba tambien.
Estaba un buen rato intentando separar, dentro de mi boca, el chocolate del mani.
Tengo impregnada la sensación de afecto y estabilidad que se vivía en ese departamento.
Despues hubo muchas más historias.
Encuentros y desencuentros.
Pero en el tiempo, lo que más me une a ellos, es la marcha de la bronca y el chocolate de la noche.
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sábado, 20 de junio de 2009

Feliz día viejo!


Te recuerdo atando bien fuerte mis zapatillas antes de ir al colegio. Con el doble nudo especial que hacías, tenía que pedir ayuda a la maestra para aflojarlo porque antes del primer recreo empezaba a no sentir los pies.
Te recuerdo en tu vicio del cigarrillo del cual yo profitaba porque en mis otitis recurrentes, me soplabas humo en la oreja dolorida y era una de las pocas cosas que me aliviaban.
Te recuerdo con un chocolatito jak escondido en el bolsillo de tu saco al volver del trabajo.
Te recuerdo algún domingo haciendo un tuco que dejaba la cocina imposible, pero eran los ravioles más ricos que comíamos.
Te recuerdo una noche de casi verano, sentados en Barrancas de Belgrano, escuchando a seru giran.
Te recuerdo cantando a Maria Betania en tu taunus amarillo, siempre con un cigarrillo encendido, mientras insultabas a algún otro conductor.
Te recuerdo en los abrazos de oso en un balcón de sol otoñal, como la foto esa que tengo guardada.
Te recuerdo impaciente ante mi imposibilidad de entender el ejercicio de matemáticas de turno lo que finalmente, por el bien de nuestra relación, hizo que entrara en mi vida Zipolin.
Te recuerdo orgulloso el día que me casé, entrando juntos en la iglesia.
Te recuerdo llevándome de viaje, feliz de que conociera mundo mucho antes de lo que vos habías tenido que esperar para verlo.
Te recuerdo en la camper recorriendo europa, puteándote con conductores de otros idiomas.
Te recuerdo emocionado con el nacimiento de cada uno de tus nietos.
Te recuerdo frágil cuando despedías a tus padres.
Te recuerdo triste cuando me subí al avión que me trajo a estas tierras.
Te recuerdo vivo con cada uno de tus proyectos andando.
Te recuerdo pícaro, cuando vivías en andalucía y hacías mucha alharaca para ir a buscar la barra de pan, no sea cosa que tu nieta de dos años pasara por alto la indirecta invitación a ir con vos esas dos cuadras caminando sólos.
Te recuerdo en mi segundo embarazo, viniste desde españa a cuidar a tu nieta mayor para que pudiésemos ir a un recital.
Te recuerdo cibernauta, desde la época en que las computadoras ocupaban un cuarto entero.
Te recuerdo enojado cuando algún noviete me hacía sufrir.
Te recuerdo celoso cuando te diste cuento que el-nau llegaba para quedarse en mi vida.
Te recuerdo orgulloso con alguno de mis proyectos.
Te recuerdo distante en algunos momentos.
Te recuerdo innovador y testarudo en lo que para vos significa estar vivo.
Te agradezco especialmente este último recuerdo, que me ayuda a seguir persiguiendo mis sueños.
Te recuerdo viejo, cada día te tengo en mis pensamientos.

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jueves, 18 de junio de 2009

La siesta.



En detalle: "El jardín de Alcira" (2008) 1,50 x 1,20 m.

Matilda está en el departamento de sus abuelos . Es la hora de la siesta.
Su abuelo dice que él no duerme, él medita.
Los ronquidos que se escuchan en la cocina, lo contradicen.
Matilda trepa a la mesada de la cocina y comienza a abrir las puertas de las alacenas de fórmica naranja.
En esa cocina siempre hay olor a queso y frutas.
Lo que más la divierte es descubrir qué hay en las bolsitas dentro de otra bolsa dentro de un frasco que alguna vez tuvo dulce de membrillo.
Encuentra la puerta de la alacena donde están los recipientes de plástico redondos y transparentes con las galletitas.
En la casa de Nenucha sólo hay dos clases de galletitas: criollitas y bizcochitos de grasa.
A veces, un paquete de vainillas.
En la cocina de su abuela, siempre hay una palangana verde rectangular rellena de agua con lavandina , y en ese líquido permanece toda la fruta y alguna verdura en remojo hasta comerla.
Está puesta bajo un mueble en el piso.
Nunca entendió la explicación de Nenucha al respecto, pero a Matilda la entretiene muchísimo revisar el recipiente y hundir las manzanas, los pomelos o las mandarinas, que vuelven eyectadas una y otra vez a la superficie derramando un poco de agua en el trayecto.
Este juego siempre es interrumpido por algún mayor .
Matilda abre la heladera.
Con los ojos cerrados inspira.
Hay olor a queso y fiambres.
El fiambre está puesto directamente en la heladera, envuelto en el papel agrisado de la Feria.
Matilda siente el olor del salame antes de inspeccionar que trajo su abuelo esta vez.
Selecciona una feta de jamón cocido y una de salame , hace un rollito y lo come así, sin pan, sin queso.
Lo sostiene entre sus dedos índice y gordo, y lo va comiendo sentada en la mesada de esa cocina en penumbras, con las piernas cruzadas suspendidas en el aire, que balancea una y otra vez.
Mientras está ahí escucha a su abuelo levantarse, en unos minutos comenzarán con los mates antes que El vuelva a la Feria.
Después de expediciones como las de hoy, Matilda queda con dolor de panza por un rato.
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miércoles, 17 de junio de 2009

Evian II



Imagen: Lago Leman, Evian-les-bains, Agosto 2008.



Amaranta y sus amigas están en Francia.
Les recomiendan ir a Suiza siguiendo la costa del Lac Leman.

En Evian a tres chicos conocen, uno de ellos argentinos.
Organizan una salida en grupo para esa noche.
Amaranta se siente atríada por uno de ellos.
En pleno trabajo de acercamiento, con el hombre en cuestión,
una mujer los interrumpió, exigiéndo una explicación.
La novia despechada se retiró gritándo algo acerca de una cocotte.
El le explicó una historia un tanto confusa sobre la situación.
Luego de una nueva ronda de tragos,
Simón demostró sobrado interés por ella.
Terminaron la noche con la invitación
de pasar unos días en ginebra para poder conocerse más.



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martes, 16 de junio de 2009

Evian


Imagen: Desde Evian hacia Montreaux, Agosto 2007.



Todo está listo para el fin de semana de hombres en Evian-les-Bains. Playa de día, casino de noche y algún espectáculo. Quizás vayan hasta Montreaux donde hay un local muy bueno, para tomar unos tragos y disfrutar el ambiente.
Está con sus dos amigos, Tobías y Bernardo, el argentino.
Un cd grandes éxitos de Phil Collins los acompaña.
El viento en la cara, los anteojos de sol espejados, su dos amigos con la misma cara de placentera libertad, lo transportan a una imagen interna de Miami Vice.
Cuando llegan al hotel en Evian-les-bains, van directo al bar ubicado en planta baja con arena y reposeras, improvisada playa sobre la vereda. Los separa de ocasionales transeúntes, una pasarela de vidrio de un metro de altura.
En el lugar hay buen ambiente, conectan con un grupo de chicas de tour por europa y hacen planes para la noche.
Las invitan a una fiesta en Thonon, de un DJ amigo.
Van a comer por las cercanías y en lancha llegan los seis al mejor estilo stars.
Una vez en la fiesta, Simon en compañía de una de las chicas, está escuchando música, intentando hablar, cuando detrás de la mujer ve a Nadine aparecer.
Se queda quieto, sin saber que hacer.
Nadine comienza a gritarle, un poco por el volúmen de la música y otro por el enojo de encontrarlo acompañado.
El intenta explicarse pero sabe de antemano que no hay chances de arreglo, no en ese momento.
Su novia lo mira con odio, y con un "No-te-quiero-volver-a-ver-cocotte", del lugar furiosa se va.
La mujer que está junto a él, lo interroga con la mirada, sin haber entendido muy bien que pasó.
Simon pide otro trago, se sumerge en él, dejándose llevar por el ánimo fiestero del grupo que lo acompaña.





viernes, 12 de junio de 2009

Verona.

Imagen: Mensajes de amor en la casa de Julieta. Agosto 2007


Amaranta y sus amigas arriban a Verona en su periplo italiano.
Directo desde el tren, deciden parar a desayunar antes de ir al hotel.
El bar no tiene más de tres metros cuadrados, pero crece hacia afuera, ocupando toda la estrecha vereda.
Observan a los demás ocupantes de las mesas vecinas.
Son todos hombres grandes, en su mayoría vestidos de negro, que consumen su vaso de gancia con limón de las diez de la mañana.
Chiao bella, le grita uno, dando por comenzado un intercambio de preguntas y respuestas.
La voz de un hombre a sus espaldas, la interrumpe en su charla.
Buscando al dueño de esa voz se encuentra con los ojos más verdes que nunca antes observó. El portador de semejante mirada se presenta a Amaranta y sus amigas.
Es Angelomario.
Se autoinvita a la mesa y se presenta como un artista di concreto.
Trabaja en obras de construcción de gran tamaño, requerido por tedescos, pasa varios meses al año en Alemania.
Ahora está una semana de vacaciones en su casa.
Se ofrece de guía para un tour a la casa de Julieta. Las chicas aceptan y encaran la peatonal.
Una vez en la famosa casa, se entretienen leyendo los mensajes de amor pegados en las paredes del pasillo que conduce a un patio.
Para acceder al famoso balcón hay que abonar una entrada.
Las amigas de Amaranta declinan la oferta y deciden esperarla en el patio de planta baja.
Finalmente se decide y con Angelomario emprende el recorrido, a través de las escaleras interminables de madera.
Una vez en el último piso, Amaranta se embriaga de romanticismo contemplando el lecho y vestidos de Julieta exhibidos.
Angelomario aprovecha el momento para obsequiarla con un beso.
Largo y suave al mismo tiempo, dejándola sin aliento.
Cuando al balcón se acercan, Angelomario comienza a explicarle algo que ella no comprende.
El procede, con su dedo índice, a desabrochar en un rápido y único movimiento los botones de la blusa. Amaranta queda al descubierto, en pleno balcón de Julieta, con su soutien de encaje negro. El público reunido en el patio comienza aplaudirla y sacarle fotos. Adivina a sus amigas, que la silban y festejan.
Ella intenta cubrirse y comienza a tironear de la tela con Angelomario.
Amaranta da por zanjada la diferencia de criterio con una sonora bofetada.
Por las escaleras va insultando al Romeo trucho mientras va abrochando los estropeados botones de su blusa.
Sus amigas intentan calmarla pero ella encara la salida.
Se da la vuelta para mirar por última vez el balcón.
En ese momento ocupado por tres mujeres cincuentonas que acompañadas del aplauso del público del patio, exhiben orgullosas sus corpiños rosas.








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jueves, 11 de junio de 2009

Roma


En detalle: "Flores en una noche de verano" (2008)
1,50 x 1,00 m.



Amaranta despierta en la habitación de hotel en Italia.
Hoy comienza su viaje por Europa.
Su ansiedad de experiencias, la noche le acorta.
El hotel está ubicado frente a la Fontana di Trevi.
Sus amigas aún duermen, son las cinco de la mañana.
Amaranta mirando por la ventana se entretiene.
Las luces de la calle están apagadas.
El sol de verano, comienza a
iluminar el paisaje de la calle.
La fontana no está funcionando.
Impacta el silencio de gente y agua
que se escucha en este momento.
Las sillas de los bares,
sobre las mesas descansan.
Cinco palomas se entretienen
en la vereda de enfrente.
Unas voces anticipan la llegada de tres hombres,
que vienen discutiendo entre ellos.
Sus mamelucos fluorescentes
los delata empleados municipales.
Van armados de grandes escobillones.
Caminan arrastrando pies calzados de borceguíes negros.
Uno empuja un carro con material de limpieza.
Cada uno ostenta, un cigarrillo encendido en la boca.
El de sombrero tiene la voz mandante.
Entre ellos discuten hasta que el tercero,
cansado de gesticular durante veinte minutos,
toma el escobillón para comenzar a barrer las monedas
que dentro de la fuente los turista han dejado caer.
Los otros dos lo miran hacer, mientras,
comparten una botella de cerveza.
Amaranta sonríe.
La relaja sentirse nuevamente en Argentina.








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miércoles, 10 de junio de 2009

La mantilla




En detalle: "El jardín de Alcira" (2008) 1,50 x 1,20 m.





En la casa de campo reunidas están Matilda, su abuela y una hermana de ésta.
Matilda disfruta de espiar la charla larga entre hermanas.
Le toca de vez en cuando uno de esos mates calientes y dulces.
Mientras, se va hipnotizando con las voces de esas mujeres.
Su cabeza, como es costumbre, está demasiado despierta y
se va llenando de imágenes que todavía no puede procesar para su edad.
En un momento, la hermana de Nenucha comienza a reír,
intenta contar una anécdota de su abuela a Matilda.
El ataque de risa hace que el relato se vea interrumpido
hasta provocar que las dos espectadoras también rían,
sin tener muy en claro porqué.
Entre suspiros y lágrimas que se secan,
con un mate recomienza la historia.
Su abuela es muy joven en este recuerdo,
es Domingo como hoy, y para asistir a misa se arregla.
en realidad se arregla por que sabe que va a estar ahí
un jovencito muy serio que después va a ser su abuelo-Pedro.
Ella utilizó un postizo para dar volumen a su peinado.
Encara la calle de tierra que ensucia sus zapatos.
La carterita negra a medio brazo colgada.
Lo divisa a él de lejos, y su pulso se acelera.
Es tanta la emoción que no presta atención a un árbol con ramas
que cuelgan más bajas que las demás.
Su postizo en una rama quedó,
y el horror en el rostro de Nenucha se reflejó.
Fue rápidamente salvada por su hermana, la narradora,
que en un reflejo rápido le pasó la mantilla negra tapando su cabeza,
Esa misma mantilla, que hoy Matilda usa para disfrazarse
de princesa con sus primas en la casa de la abuela.




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martes, 9 de junio de 2009

Viernes




Imagen: L´Orangerie, Ginebra. Agosto 2008.






Está sentado en los jardines de L´Orangerie, disfrutando de un viernes a la tarde.
Se entretiene observando a dos hombres que practican tai-chi. El que está vestido de negro hace de sombra del de blanco. Los movimientos se van sincronizando, bailando a un ritmo privado.
De fondo, el Léman, sembrado de veleros y lanchas.
Cerca, unas mujeres sobre una manta escocesa, toman vino blanco y comen unos quesos.
Al lado de ellas, la excusa de la cita, sus perros toy juegan entre ellos.
Una madre empujando el carrito de tres ruedas, con un bebé intranquilo dentro, se detiene delante de Simon, interrumpiéndolo. El hijo mayor, de unos tres años, la adelanta en su bicicleta haciendo sonar su bocina.
A unos metros está el área de juegos para niños.
Un grupo de chicos juegan en un tobogán que tuerce su recorrido con tres vueltas. Un tono colorado tomate en sus caras acompaña los gritos que pegan al deslizarse.
En la zona de hamacas, una de las madres, queda aislada del resto, aunque su hijo ocupa la hamaca del medio.
En esta ciudad tienen la misma concentración por cuadra de tabledance, como en Nueva york de starbucks.
La mujer festeja con grititos exagerados cada comentario de su hijo. El top que lleva puesto amenaza con bajarse más de lo debido en cada envión a la hamaca proporcionado. Los zapatos con tacos de veinte centrímetros no van con el lugar ni la actividad. Cuando comienza a sentirse incómoda de la incomodidad que genera, se va con su niño hablándole de los grandes planes que tiene para el resto de la tarde que pasa con él.
Simón se levanta, las chicas lindas de la manta escosesa, siguen tomando vino con risas cool.
Encara el lago, necesita un poco de viento en la cara, un poco de Miami Vice.














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lunes, 8 de junio de 2009

Solange

En detalle: "Vista Aérea" (2004) 0,50 x 0,60 m.


Amaranta está en el free shop de Ezeiza haciendo tiempo.
Se prueba anteojos intentando distraerse del miedo que le produce a ella volar.
Se le acerca una mujer de voz ronca y nombre Solange.
Empiezan a charlar sobre anteojos cremas y accesorios.
Amaranta repara en los stilettos de Solange y envidia el modelo.
Esta le explica que se los hace traer de Miami.
Invita a las cuatro chicas a tomar unos tragos en el bar.
Solange toma champagne, Amaranta y sus amigas acompañan con gaseosas.
Hoy parten a Europa en busca de aventuras y verano.
Las palabras que dice Solange, se van trabando,
a medida que bebe la segunda botella de champagne.
Ella les cuenta que el alcohol no le afecta,
que la ayuda a relajarse antes de un vuelo.
Unas vez instaladas en el avión, pasillo de por medio,
Amaranta divisa a Solange.
La ve discutiendo con una azafata por el asiento.
Finalmente se sienta en el lugar indicado y
comienza a exigir un trago para pasar el mal momento.
Al no recibir ningún trago ni simpatía de respuesta,
Solange se para sobre su asiento y empieza a entonar,
de un modo afectado, una canción que sólo ella conoce.
Promete placeres y sorpresas a quien quiera acercarse a ella.
Un hombre, sentado con su mujer al lado,
la mira un segundo más de lo recomendado.
La improvisada cantante lo encara
y sentándose en la falda del sorprendido viajero,
intenta convencerlo que la acompañe al baño.
La esposa de éste, comienza a gritar y utiliza una “caras” enrollada como arma.
El conflicto se dio por terminado con la aparición de tres azafatas
que invitan a Solange a abandonar la aeronave.
Un rato después, Amaranta sigue impresionada por el espectáculo presenciado.
Pensando en su amiga Solange, el avión comienza el vuelo,
sin que Amaranta recuerde su miedo.
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sábado, 6 de junio de 2009

La pelea

En detalle: "Urbe" (2008) 1,00 x 0,90 m.


Amaranta quedó con Rubén
Una salida con sus amigos planean hacer.
Ella invitó dos amigas y
Él aportó lo suyo, también.
El primer síntoma de problemas comenzó,
cuando Rubén a buscarla llegó.
El lucía unas botas tejanas
que no sabía dominar.
Sus rodillas iban más tiesas de lo normal,
y sus caderas quebradas por los tacos de esas botas.
El efecto al caminar era por demás extraño.
El resultado fue un rechazo profundo en ella
ante una imagen tan poco sensual.
Durante la noche sucedió lo que en forma natural decantó.
Todo comentario y gesto por él hecho, la molestaron .
Discutieron acaloradamente como broche final de esta noche,
hasta que ella comenzó a llorar y él en silencio se retiró.
Lamentablemente un capítulo en su diario cerró.
En Rubén encontró un amor.
Al conocimiento de su propia pasión él la guió.
Pero el efecto de esas botas tejanas,
fue desvastador para su relación.
Escuchando a Sandro, el fin de semana entero lloró.
Al llegar la mañana del lunes
Una nueva etapa comenzó,
Con tres amigas un tour por el verano europeo organizó.


















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viernes, 5 de junio de 2009

Oh, Rod!

En detalle: "El hilo de la vida" (2008) 0,80 x 0,80 m.


Tiene tickets para ir a River al recital de Rod Steward.
El viernes al mediodía empieza con fiebre. Se toma tres aspirinas al hilo con coca cola.
Ahora se siente un poco mejor. Le bajó la fiebre y no le duele la cabeza.
Busca sus jeans de recitales.
Ir con el auto sería un tortura para estacionar. Prefiere el colectivo y caminar.
Se encuentra con sus amigos en una de las entradas a la cancha.
Toman lugar en el césped y se sientan a charlar.
El efecto de la gente, hablando toda junta en ese espacio, es relajante.
Las luces parecen más brillantes a medida que oscurece.
Se recuesta boca arriba y se pierde en sus pensamientos.
Imagina un futuro de éxito y grupies. Imagina un escenario y ella arriba.
No sabe haciendo qué, pero le gustaría saber ,que se siente en un escenario ante tanta gente.
En un momento abre los ojos.
Ya es de noche y la banda soporte comenzó a tocar. El grupo con el que vino, se fue más adelante. Ella quedó sola acostada. Un chico la está mirando con curiosidad. Ella se ruboriza mientras se limpia con el dorso de la manola baba que tiene en la mejilla izquierda.
Vuelve a sentir frío y cree que la fiebre le subió.
No ve a sus amigos.
Empieza a avanzar entre el público intentando encontrarlos.
La gente arma una oleada humana en cuanto Rod sube al escenario.
La empujan, la arrastran y ella se deja hacer. No tiene más ganas de nada, quiere irse a su casa y
escuchar esa canción desde la cama en un casette.
En un momento un entusiasta la empuja más de lo necesarioy termina incrustándose de lleno en la barra de contención, quedando cara a cara con uno de los plomos.
Es en ese momento cuando se desmaya.
Al recobrarse está detrás del escenario, sentada sobre unas cajas de madera. Le están intentando hacer tomar un té. Ella mira por sobre esa gente.
Lo ve de coté a Rod cantando, todo transpirado,con una camisa blanca totalmente salida del pantalón y unos pantalones negros, que no pueden ser.
Dice que ya está bien. Que se siente bien. La dejan un rato tranquila disfrutando de la canción.
Cuando ésta termina la invitan a retirarse,se viene el descanso y no tiene autorización.
Decide salir directamente a la calle. Respira el aire de la noche.
Desde donde está escucha a la gente vivando a Rod. I´m sailing, I´m sailing….empieza El a cantar. Amaranta navega hasta encontrar un bondi hacia su casa.
Está contenta, se desvíaron sus planes pero cumplió su deseo.
Estuvo arriba del escenario en un estadio lleno.











jueves, 4 de junio de 2009

La puerta

En detalle: "Flores para la muky" (2007) 1,10 x 1,40 m.




Es de noche y sigue con su abuela en el campo.
A la hora de dormir las acomodan en un cuarto.
Hay tres camas ocupadas por otros visitantes,
Nenucha ocupa una cama que aún está vacía
y a matilda le toca un colchón en el suelo.
Con todas las emociones del día,
se rinde rápidamente a la inconciencia del sueño.
A mitad de la noche despierta sobresaltada,
toma conciencia, por primera vez desde que llegó,
que no está en su casa.
La habitación está demasiado oscura
para lo que a ella le gusta.
Escucha la conversación de ronquidos
emitidos por los adultos ahí dormidos,
y por unos minutos con eso se entretiene.
Para no dejarse llevar por la desesperación,
intenta memorizar el aspecto del cuarto en el que está.
Sabe que tiene techos muy altos,
las paredes pintadas a la cal.
Los pisos son de madera muy viejos,
que hacen ruidos raros al caminar.
Las ventanas tienen hojas de madera macizas
que a matilda abrirlas, se le complica.
Su respiración se detiene,
al recordar que está en ese cuarto.
Con una prima tercera,
descubrió una puerta trampa en el piso.
Las temerarias en excursión avanzaron.
Llegando a mitad de la escalera.
Había olor a viejo y tierra y no se podía ver nada.
La imaginación fue mucho más grande de lo tolerable,
Matilda sobre sus pasos volvió, gritando de terror.
Lo que tenía ganas de hacer ahora mismo.
Se volvió a calmar cuando le pareció escuchar
que aquella puerta del piso se abría,
ella al estar en el colchón, sin una cama de protección,
era quien corría el mayor riesgo en esa habitación.
No pudo más y empezó a imitar un llanto.
Se sentía muy rara fingiendo que lloraba.
Una de las mujeres encendió una luz,
extrañás a tus papis?, le preguntó.
Matilda con la cabeza afirmó .
El pasaporte directo a compartir
la cama con Nenucha se ganó.




















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miércoles, 3 de junio de 2009

El crucero del amor

En detalle: "Flores en una noche de verano" (2008) 1,50 x 1,00 m.



Rubén y Amaranta en un barco, al Uruguay, van.
El le hizo la propuesta, de un fin de semana en estas costas, pasar.
A Ella se le ocurrió lo del crucero del amor y lo invitó.
Camas cuchetas un tanto chicas les tocó. No tienen baño privado, sólo un lavatorio en el cuarto.
Pero la claraboya con vista al río la entusiasma, con una sonrisa acomoda sus cosas.
Al restaurant se dirigieron para la cena degustar. No había mesa del capitán, pero les gustó igual. Por el casino pasaron y en la discoteca bailaron. Cuando el cansancio pudo más, al camarote regresaron.
Luego de unas horas de pasión,en sus cuchetas reposaron.
Amaranta en la de arriba se acostó,sus piernas quedaron suspendidas en el aire,
el lecho un tanto corto resultópero con la luz de luna en su rostro, feliz se durmió.
En algún momento de esa noche, con pesadillas despertó.
Imágenes de naufragios, gritos y aullidos vivió.
El barco en el que navegaba, una tormenta transitaba.
La cara de ella y la almohada estaban totalmente mojadas. Agua, a través de la ventana abierta, entraba.
Los gritos que creía soñados,provenían de su propia habitación,Rubén los generaba.
El hombre había despertadocon el bamboleo en el barco generado. Urgido, una expedición al baño, del final del pasillo, emprendió. Era tal el movimiento para uno y otro lado, que los demás pasajeros chocaban entre sí .
Era ese pasillo, repentinamente chico, para semejante tráfico.
Los pasajeros, hermanados por un tono demasiado verde en sus rostros, intentaban llegar al cuarto de baño.
Ante semejante panorama, Rubén retrocedió cambiando de idea.
Especulando aguardar unos minutos, para que el movimiento cesara, cuando su cuerpo le exigió una resolución para su urgente necesidad.
Quizo encontrarla en aquel labatorio pequeño, que en un primer momento les generó tanta curiosidad a los dos.
Lo que Rubén no calculó, es que el elemento en cuestión, estaba a una altura demasiado elevada,
para el fin por él buscado.
Fue tan extrema la postura que el hombre debió adoptar que transcurridos unos segundos ,
su pierna izquierda se comenzó a acalambrar.
En esta situación física y sin haber concluído su trámite, comenzó a aullar del dolor.
Amaranta se despertó y se encontró con esta situación.Más que una mano en el hombro de él, no pudo aportar.
Una vez recompuesto del calambre, se ayudaron el uno a la otra,para cruzar aquél pasillo.
Buscando sentarse en un banco en el exterior.Tapándose ambos con una frazada, durmieron unas horas mientras amanecía. El cielo revuelto de nubes les dió la bienvenida a tierra,
Después de semejante aventura marítima,lo primero que hicieron en suelo charrúafue hacerse de un billete aéreo para el regreso.












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martes, 2 de junio de 2009

Rubén

En detalle: "Love" (2004) 0,30 x 0,30 m.



Amaranta en un bar,
frente a la estación de tren,
conoció a Rubén.
Es pintor, de brocha gorda, aclara él.
En esta frase ella adivina
una promesa de futuro placer.
Le sonríe agradecida, al destino,
por haberla cruzado con aquél hombre.
Amaranta se enamoró perdidamente del pintor.
Este tenía un cantito al hablar,
que con su charla a Amaranta hipnotizaba.
Por los caminos del sexo y el amor, él la guió.
Poco a poco, Amaranta fue llenando
los espacios en blanco de su diario.
El aire bohemio y descontracturado
de éste hombre la cautivó.
Llenó cada espacio de su vida
con música, risas y pasión.
Noche y día en él pensaba,
y en la facultad no se concentraba.
Logró bajar en una semana
los cinco kilos que desde
hace unos meses la atormentaban.
El chocolate nocturno, no necesitaba.
Amaranta deseaba capturar cada segundo
de esta estrenada felicidad.
se sentía transportada a un mundo nuevo
donde era más plena que nunca en su vida.










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lunes, 1 de junio de 2009

La sed.

En detalle: "Flores de una noche de verano" (2008) 1,50 x 1,00 m.


Matilda está en el campo. Viajó con su abuela al pueblo de dónde es su familia.
En ese lugar su abuela es más Nenucha que en cualquier otro lado.
Al sol descansan las figuras que modeló con barro y pasto.
Tiene las zapatillas de cuero blanco totalmente embarradas.
Está concentrada tratando de liberar a su calzado del barro con un palito.
Todo parece detenido. Las sombras no se mueven.
El sol derrite todo a su alrededor.
Espanta distraída con su mano derecha unas mosquitas que se acercan demasiado a su nariz.
Tiene sed, pero la casa queda lejos. No tiene ganas de volver aún.
Imagina el líquido corriendo por su garganta, eliminando toda la tierra que parece haberse adueñado de Matilda.
Siente sus labios secos.
Percibe un movimiento al costado de su cara. Es un panadero que Matilda atrapa entre sus dedos. Le quita, delicadamente, la semilla que está alojada en el centro y lo suelta dejándolo flotar una vez más.
A lo lejos una cotorra se queja. Matilda decide volver a la casa.
Necesita un vaso de agua, si es soda mejor.
A unos metros de la casa empieza a escuchar las voces de la interminable sobremesa de los mayores.
Traspasa la cortina de flecos de plástico de todos colores.
En un primer momento le cuesta reaccionar. Está demasiado oscuro a comparación del exterior.
Una vez sus ojos se acostumbran a la luz del ambiente, se acerca a su abuela.
Uno de sus tíos tiene un vaso servido frente a él.
El vidrio está transpirando, empañado, por la temperatura del líquido que contiene.
Matilda observa el vaso sintiéndo más sed que nunca.
Parece soda, es transparente y con burbujas. Imagina el sifón de metal gris.
Las cosquillas en su nariz que provocan las burbujas de la soda recién servida en el vaso.
A lo mejor es sprite, especula ilusionada, ya que le gusta más.
Pide permiso al dueño de ese vaso y encara el líquido deseado.
Para corresponder a la sed que siente, vierte el contenido del vaso en su boca, casi sin respirar.
Grande fue su sorpresa cuando su garganta se vio invadida por un sabor demasiado amargo como para evitar las primeras arcadas de rechazo con el vaso aún en contacto con su boca.
No era soda lo que contenía, era agua tónica.
Salió corriendo al baño, entre las risotadas de los mayores que habían percibido su desengaño.