jueves, 18 de junio de 2009

La siesta.



En detalle: "El jardín de Alcira" (2008) 1,50 x 1,20 m.

Matilda está en el departamento de sus abuelos . Es la hora de la siesta.
Su abuelo dice que él no duerme, él medita.
Los ronquidos que se escuchan en la cocina, lo contradicen.
Matilda trepa a la mesada de la cocina y comienza a abrir las puertas de las alacenas de fórmica naranja.
En esa cocina siempre hay olor a queso y frutas.
Lo que más la divierte es descubrir qué hay en las bolsitas dentro de otra bolsa dentro de un frasco que alguna vez tuvo dulce de membrillo.
Encuentra la puerta de la alacena donde están los recipientes de plástico redondos y transparentes con las galletitas.
En la casa de Nenucha sólo hay dos clases de galletitas: criollitas y bizcochitos de grasa.
A veces, un paquete de vainillas.
En la cocina de su abuela, siempre hay una palangana verde rectangular rellena de agua con lavandina , y en ese líquido permanece toda la fruta y alguna verdura en remojo hasta comerla.
Está puesta bajo un mueble en el piso.
Nunca entendió la explicación de Nenucha al respecto, pero a Matilda la entretiene muchísimo revisar el recipiente y hundir las manzanas, los pomelos o las mandarinas, que vuelven eyectadas una y otra vez a la superficie derramando un poco de agua en el trayecto.
Este juego siempre es interrumpido por algún mayor .
Matilda abre la heladera.
Con los ojos cerrados inspira.
Hay olor a queso y fiambres.
El fiambre está puesto directamente en la heladera, envuelto en el papel agrisado de la Feria.
Matilda siente el olor del salame antes de inspeccionar que trajo su abuelo esta vez.
Selecciona una feta de jamón cocido y una de salame , hace un rollito y lo come así, sin pan, sin queso.
Lo sostiene entre sus dedos índice y gordo, y lo va comiendo sentada en la mesada de esa cocina en penumbras, con las piernas cruzadas suspendidas en el aire, que balancea una y otra vez.
Mientras está ahí escucha a su abuelo levantarse, en unos minutos comenzarán con los mates antes que El vuelva a la Feria.
Después de expediciones como las de hoy, Matilda queda con dolor de panza por un rato.
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7 comentarios:

  1. Excelente! muy emotivo, me transporté al pasado, tampoco hoy se porque se ponía la fruta en remojo.

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  2. Para mi es totalmente nuevo lo de poner la fruta y verdura en remojo. Quizas para que sea como con las flores en agua? Pero porque con lavandina...!!! A mi tambien me hace acordar a mi ninez. Uno se sentia tan duenio de casa cuando los grandes dormian y toda la casa en penumbras...

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  3. En realidad las frutas y verduras que ponían en remojo lo hacían en agua con bicarbonato y formaba parte e un tratamiento naturista.
    Me encanta como se divertía Matilda en la casa de sus abuelos

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  4. Buenisimo el relato...lleno de costumbres, olores y rutinas...las siestas...para mi terminaban con la ceremonia de la sandia. Mi papá se levantaba y se sentaba en el patio de atrás, con nosotros a su alrededor, partía la sandía y repartía entre todos...siempre se quedaba con el corazón...qué suerte que lo hiciste viejo...ya que la vida fue corta para vos...

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  5. mi hermana y yo tambien teníamos nuestra ceremonia de la sandia: era en las largas siestas cordobesas, en las sierras; adonde íbamos en los veranos de nuestra niñez.
    Nos veo a las dos sentadas en la puerta del chalecito serrano esperando que pasara el carro para comprar nuestra porción de sandía.
    Era nuestra fiesta , la comíamos juntas y empezábamos a planear el juego para el resto de la tarde

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  6. Algo hay con la sandía y los chicos. Con mis hijas, no hay mejor fiesta, que cuando traigo media sandía del super. Cual moscas se sientan alrededor y se las corto en triangulitos, se devoran tres o cuatro porciones cada una, no dura ni cinco minutos en la mesa...

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  7. ustedes tambien plantaban las semillas con la esperanza de poder tener sandias propias?

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